sábado, 19 de abril de 2008

Manuel del Cabral: Poemas negroides

Manuel del Cabral: Poemas negroides




Yo te he visto cavar minas de oro

-negro sin tierra-.

Yo te he visto sacar grandes diamantes de la tierra

-negro sin tierra-.

Y como si sacaras a pedazos tu cuerpo de la tierra,

te vi sacar carbones de la tierra.

Cien veces yo te he visto echar semillas en la tierra

-negro sin tierra-.

Y siempre tu sudor que no terminade caer en la tierra.

Tu sudor tan antiguo, pero siempre tan nuevo

tu sudor en la tierra.

Agua de tu dolor que fertilizamás que el agua de nube.

Tu sudor, tu sudor. Y todo para aquél

que tiene cien corbatas, cuatro coches de lujo,

y no pisa la tierra.

Sólo cuando la tierra no sea tuya,

será tuya la tierra.



Cantan los cocolos bajo los cocales.

Ya la piel del toro muge en el tambor.

Los temibles lirios de sus carcajadas:

sus furiosas lunas contra el nubarrón.

Está fiero el cielo que cayó en sus ojos.

Lucha con ancas de la hembra el son.

Por entre pestañas de los cocoteros

cuchillos de vida le clava ya el sol.

Nórticos turistas mascan voces negras;

piel color de rosa trópico quemó;

pipas neoyorquinas,

tufo de cerveza;

(se tragó la kódak los Papá-bocó).

Las cocolas cantan cánticos calientes,

cantos que retuercen vientres de alquitrán,

y entre sus corpiños tiemblan cocos negros

que a los cocolitos vida blanca dan.

Recia risa, a ratos, hace heridas blancas.

Hoy su noche alumbran, y anda por su piel

ya borracho el son.

Mas, la borracheraque entra por sus belfos, sale por los pies.

Y los dulces huesos de la dura cañano tienen más mieles ni más duros son,

que la carne negra de la negra alegre

que se alegra a golpes de tambora y sol.

Sube por su cuerpo de bestia divinafuerte olor a tierra.

Su respiraciónviene como un viento del ciclón del Cosmos,

(la emborracha el rito mucho más que el ron).

Sale ya del vientre del tambor la selva.

Ya la piel del toro muge en el tambor.

Y contra el silencio de sus ruidos roncos

la negra desnuda parece una voz.



Hay en tus pies descalzos graves amaneceres.

(Ya no podrán decir que es un siglo pequeño.)

El cielo se derrite rodando por tu espalda:

húmeda de trabajo, brillante de trabajo,

pero oscura de sueldo.

Yo no te vi dormido... Yo no te vi dormido...

aquellos pies descalzos

no te dejan dormir.

Tú ganas diez centavos, diez centavos por día.

Sin embargo,

tú los ganas tan limpios,

tienes manos tan limpias,

que puede que tu casa sólo tenga

ropa sucia,

catre sucio,

carne sucia,

pero lavada la palabra: Hombre.



Negro triste, tan triste

que en cualquier gesto tuyo puedo encontrar el mundo.

Tú que vives tan cerca del hombre sin el hombre,

una sonrisa tuya me servirá de agua

para lavar la vida, que casi no se puede

lavar con otra cosa.

Quiero llegar a ti, pero llego lo mismo

que el río llega al mar... De tus ojos, a veces,

salen tristes océanos que en el cuerpo te caben,

pero que en ti no caben.

Cualquiera cosa tuya te pone siempre triste,

cualquiera cosa tuya, por ejemplo: tu espejo.

Tu silencio es de carne, tu palabra es de carne,

tu inquietud es de carne, tu paciencia es de carne.

Tu lagrima no cae

como gota de agua...

(No se caen en el suelolas palabras.)



Negro manso,

ni siquiera

tienes la inutilidadde los charcos con cielo.

Sólo

con tu sonrisa rebelde

sobre tu dolor,

como un lirio valiente que crece

sobre la tierra del pantano.

Sin embargo,

negro manso,

negro quieto:

hoy la voz de la tierra te sale por los ojos,

(tus ojos que hacen ruido cuando sufren).



Negro quieto,

barro dócil,

tú que siempre

eres el grano que no siembran nunca.

¡Qué hará contigo el hombre,

tú que tienes

la herida abierta como un surco con útiles

humilladas semillas de silencios?

Tu mano está en el aire,

tan desnuda,

tan simple

como tu risa que no tiene filo,

o como tu mirada,

tan sencilla,

tan lavada,

que siempre con tus ojos

puede limpiarse el hombre.



Negro simple,

tú que tienes

a tu vida y al mundo

dentro de un amuleto.

De ti,

sólo asciende

el humo de tu cachimbo.

Negro sin cielo,

tu indiferencia tenaz

es como la palabra Tierra.

Sin embargo,

tienes para los hombres

una sonrisa blanca

que te pone muy alto.

Ni los niños

ni el asno,

tienen tu sencillez.

Negro lejano.

Noche sin mañana.

Letra de algún remoto alfabeto.

Quiero cavar la mina de tu grito.

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