viernes, 11 de abril de 2008

El fantasma de Trujillo: Entrevista con Rafael «Fafa» Taveras

República Dominicana: Entrevista con Rafael «Fafa» Taveras
El fantasma de Trujillo

Valeria Imhof Enviado por Radio La Primerísima. Frecuencia 680 AM. Managua (Nicaragua), 17 de marzo.


Rafael -Fafa- Taveras

Según las crónicas de la época y la magistral recreación de su dictadura (1930-1961) efectuada por Mario Vargas Llosa en "La Fiesta del Chivo", Rafael Leónidas Trujillo fue un monstruo, un tirano atroz, un adefesio cuyas fechorías sufren sus descendientes, desde la muerte a tiros del patriarca hace 39 años. Por ley, ninguno de los miembros de su familia puede tener propiedades o domicilio social en la República Dominicana. "De la fortuna de los Trujillo, nada queda. Los pocos vivos viven fuera, son víctimas del apellido y no tienen ninguna incidencia política. Queda sólo el recuerdo", dice el historiador Bernardo Vega.



Pero se trata de un recuerdo que para Rafael "Fafa" Taveras, que combatió y vivió en carne propia los escarnios de la dictadura, es muy difícil de enterrar. Sobre todo, el recuerdo de su encarcelamiento en La Cuarenta, donde fueron asesinados decenas de sus compañeros. En una efímera visita que Taveras realizó a Nicaragua, 7 DIAS tuvo la oportunidad de conversar con él y conocer sus apreciaciones sobre la novela de Vargas Llosa como registro de esa época.


-¿Qué repercusiones tuvo el libro de Vargas Llosa en la República Dominicana?


-El libro de Vargas Llosa estremeció un poco la sociedad dominicana, porque, a pesar de que el próximo mayo se cumplen 40 años de la muerte de Trujillo, el espíritu de la dictadura todavía está presente. Primero, de nuestra Constitución no ha podido ser desarraigado su carácter centralista y autoritario, con una inmensa justificación para que aquel que ejerce la presidencia pueda disponer a su antojo de los recursos públicos y los funcionarios garanticen su impunidad. Toda esa institucionalidad concebida refleja el espíritu de la centralización que encabezó la dictadura.


-¿Cuál es, a su criterio, el principal aporte de la novela?


-A nivel de la sociedad y de la crítica ha habido sólo un esfuerzo de esclarecimiento de la dictadura en algunos historiadores, sobre todo de izquierda, y en algunos intelectuales comprometidos con el cambio y de actitudes más liberales. En los últimos años, como una muestra del peso de Trujillo, los hechos de la historia reciente han sido sacados del material educativo nacional, por eso Vargas Llosa en cierta medida legitima una apertura necesaria para indagar a profundidad todas las consecuencias de la era trujillista.





Su libro actualizó la necesaria mirada retrospectiva hacia ese pasado que es tan actual, hacia una época que marcó profundamente el alma dominicana, que modeló la estructura del Estado que tenemos hoy y que hasta cierto grado fue en su tiempo la cristalización de un sentimiento nacional porque Trujillo no cayó del cielo, él fue la expresión de todo el autoritarismo presente en la sociedad dominicana y todo el conservadurismo que con tanta fuerza aún se mantiene.





-Usted dice que el espíritu de la dictadura sigue presente en la Constitución. ¿Por qué el pueblo dominicano no ha podido elaborar una nueva Carta Magna?





-Muerto Trujillo, el Partido Revolucionario Dominicano ganó las primeras elecciones y preparó en 1963 la Constitución más democrática de toda nuestra historia, pero no pudo implantarla. Los sectores de poder la desconocieron, derrocaron al Gobierno y la anularon a los siete meses de instalarse en el poder el profesor Juan Bosch, electo Presidente en 1962. El país hizo una guerra civil para imponer esa Constitución y ganó internamente la batalla, derrotando a las Fuerzas Armadas que defendían a los golpistas pero una intervención norteamericana restauró el viejo poder que había sido derrocado. Eso llevó al poder a Joaquín Balaguer, que estaba en el exilio, e impuso una restauración de la hegemonía norteamericana que en cierta medida había encontrado en Trujillo su versión nacional.





-¿Cómo han hecho los dominicanos para adaptarse a una Constitución que es prácticamente la síntesis de dictadura trujillista?





-Los únicos cambios que se produjeron en la Constitución dominicana fueron en 1994, tras unas elecciones en la que le arrebataron la victoria por medios fraudulentos al doctor José Francisco Peña Gómez. El país estuvo al borde de una guerra civil y para evitarla, se hizo una modificación en la Constitución que redujo el período gubernamental de Balaguer a dos años. Además, le impedía a él y a sus sucesivos presidentes reelegirse, porque entendíamos que esa posibilidad de organizar la continuidad desde el poder era una de las causas más funestas de la corrupción de la política dominicana. Esa modificación fue la que permitió crear una justicia independiente de la voluntad del Ejecutivo y establecer procesos electorales confiables. De hecho la modificación global de la Constitución está pendiente, todavía no hemos podido desterrar a Trujillo del poder y una muestra de eso es que su más aventajado discípulo, el doctor Joaquín Balaguer gobernó por 22 años la República Dominicana. Ahora, en el retiro y con casi cien años de edad, sigue siendo una referencia importante para mantener la gobernabilidad en el país.

Figura de Trujillo en la denominación de 20 pesos oro en los años '50






-Usted dice que el libro de Vargas Llosa estremeció a la sociedad dominicana. ¿En qué sentido?





-Hay gente que se olvida que Vargas Llosa no es historiador sino un literato. Muchas veces hay reacciones como si no se estuviera frente a una novela sino de un ensayo histórico, su obra es una obra de ficción basada en una realidad que todos vivimos, entonces la gente la lee con el ojo crítico del que la vivió, del que tuvo el testimonio directo o del que conoció esa realidad.





-¿Qué recuerda Usted como testigo de esa época?





Pertenezco a una generación que pagó el precio más alto por el derrumbe de la tiranía. En 1960 yo era un joven universitario, estuve en el movimiento más grande que se produjo en el país, que se llamaba 14 de Junio. En ese momento caí preso y decenas de compañeros murieron en prisión torturados, despedazados o electrocutados. Yo soy del mismo campo de las hermanas Mirabal, fui amigo, discípulo y compañero de ellas. Soy de una generación diezmada, un sobreviviente afortunado y toda mi formación política está hecha sobre el proceso de la lucha contra la dictadura.





-¿Cuánto tiempo estuvo preso en las cárceles trujillistas?





-Estuve seis meses pero las cosas no se medían por el tiempo sino por la intensidad de la prisión. Estaba en un centro de tortura que se llamaba La Cuarenta, está historia todavía está por escribirse... Ese fue el purgatorio de todos los dominicanos durante la dictadura y me pusieron en libertad por la presión internacional. Unos meses después de soltarnos y muerto Trujillo, recomenzamos la lucha.





-¿Cómo era Trujillo personalmente?





-No lo conocí de cerca, pero estuve frente a él en varias oportunidades. Es el padre del Estado moderno que tenemos hoy y fuera de las atrocidades con las que marcó su gobierno, dejó una herencia en la reafirmación nacional y la constitución del Estado. Pero hay que reconocer que independientemente de su criminalidad tenía un alto nivel de inteligencia, una vocación de autoridad y una capacidad inmensa para reclutar y poner a su lado toda la intelectualidad dominicana. Entonces, no se puede menospreciarlo porque le odiemos, hay que reconocerles sus méritos, a pesar de que le condenemos su bestial comportamiento político. Trujillo no fue un cualquiera, fue un tigre bestial con mucha lucidez, así como tenía una inmensa coraza interior para no perturbarse por el crimen. Nunca se detuvo frente a nada que creyera era un obstáculo para afirmar su autoridad. Una muestra de eso es como en la postrimería de su vida ordenó matar a las tres hermanas Mirabal, las que le dieron el nombre al Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.


Franco con su homólogo dominicano Rafael Leonidas Trujillo





-¿Hay todavía sectores de la sociedad dominicana que piensan que con Trujillo estaban mejor que con otro Gobierno?





-Una parte de la sociedad, cuando ve debilidades, desbordamiento democrático y el despliegue del uso de la libertad, se asusta y recuerda a Trujillo. Pero cada vez más él es un fantasma que no tiene posibilidad de resucitar. Ha crecido demasiado la conciencia democrática de los dominicanos y lo que se vive ahora en el país es un proceso de afirmación de ese ejercicio democrático. Ahora tenemos un Gobierno de mayoría, que representa al partido que de una manera continua ha estado presente desde antes de morir Trujillo: el Partido Revolucionario Dominicano.





-Todo dictador, además de centralizar el poder político, tiende a centralizar el poder económico. ¿Hasta qué punto se ha logrado desmontar ese poderío económico que tenía Trujillo en República Dominicana?





-Trujillo era el primer industrial, el primer agente financiero, el primer terrateniente y controlaba toda la economía pero no por influencia del poder sino por la propiedad directa. El asoció el Estado a su propio patrimonio y vio siempre la sociedad como su propiedad pero tuvo una característica: nunca pensó en irse y todas sus inversiones las hizo en el país. Trabajó siempre como si fuera eterno. Por eso a su muerte dejó el mayor volumen de sus riquezas en empresas del país y el Estado dominicano pasó a ser el Estado más poderoso de América Latina.
En el Gobierno pasado comenzamos con un proceso de liquidación de la herencia material de Trujillo, poniendo bajo control de la administración privada la mayor parte de ese emporio: privatizando hoteles, las empresas del Estado que quedaban y la producción de azúcar, que era la actividad fundamental.



-¿Hay algún familiar de Trujillo en República Dominicana?





-Hay familiares de Trujillo, pero existe una ley que prohibe a los Trujillo hacer política y presentarse en cualquier actividad política del país.





-Bueno, en Nicaragua no hay ninguna ley que impida que algún familiar de Somoza pueda hasta ser presidente.





-No, allá eso no es posible absolutamente.






-¿Qué similitud usted le ve a la dictadura somocista con la trujillista?





-Marcaron una época, ellos fueron grandes amigos; además, fueron aliados de Estados Unidos y apoyaron las tropas de ocupación norteamericana. Sometieron a su sociedad, se apropiaron del trabajo global de su pueblo, no repararon nunca en el crimen para afirmar su poder, fueron negadores totales de la democracia y en cierta medida, fueron dos elementos del mismo vientre y del mismo tiempo.






-¿Cuántas personas murieron o desaparecieron durante la dictadura de Trujillo?





Se dice que mató a 30 mil haitianos en una semana y en 30 años, mató a mucho más dominicanos. La dictadura de Trujillo tiene que haber abierto por lo menos cien mil tumbas en esos años. Pero a veces la gente piensa en los muertos y no evalúa el daño que se le hizo a los vivos, que también fue extraordinariamente significativo: miles y miles de dominicanos no pudieron ser lo que querían por obstáculos políticos, miles de dominicanos se frustraron en su desarrollo personal por el terror, la persecución o la consecuencia de esa asfixia interna que se vivía en la dictadura.





-¿Qué perseguía Trujillo? ¿Por qué mataba?





-En la República Dominicana siempre hubo una resistencia permanente, desde el primer momento; se le oponía un intelectual o encontraba resistencia ante un estudiante. Se le organizaron invasiones desde afuera, la más notable fue la cubana de 1959, que llevó una expedición de 200 hombres armados que él liquidó. Sin embargo, ese hecho creó una provocación general para la juventud de esa época y estimuló la organización de la resistencia nacional. Es decir, Trujillo reaccionaba a cualquier manifestación que le cuestionara su autoridad. Su control de las radios, de la prensa, de las organizaciones sindicales y políticas y de la actividad económica era absoluto. No se podía viajar sin su permiso y era un riesgo escuchar una emisora de un radio extranjera porque creía que escuchábamos a sus enemigos. Fue un absolutismo sin paralelo en América Latina.





-¿Sueña con que el fantasma de Trujillo desaparezca por completo de la República Dominicana?


-Pienso que el retorno de una dictadura de ese tipo ya no es posible. Hoy se ve al Presidente de Filipinas destituido, a Fujimori huyendo y a Pinochet enjuiciado. En esta época de la INTERNET, donde todo el mundo acepta que el principal recurso humano es la inteligencia, donde la comunicación se ha universalizado, donde hay tanta conciencia de los derechos, no puede pensarse en eso, no sólo en la República Dominicana sino en ninguna parte.





Estamos en otra etapa, donde los dominios son más sutiles, donde el control tiene otra dimensión, aunque uno siga pensando en los recuerdos. Hay que cuidarse no de los recuerdos del pasado sino es de las nuevas formas dictatoriales, de las que debemos emanciparnos.





-¿En qué se diferencian Balaguer y Trujillo?





-Balaguer aprendió con Trujillo, pero es más inteligente, sobrevivió al trujillismo, no se comprometió en una forma directa en toda su gestión, pero fue él quien le escribió el manifiesto con el que Trujillo se alzó en 1930 para llegar a ser Presidente luego de ser general.







Tomado de:

No hay comentarios: