viernes, 20 de junio de 2008

Edificios 'inteligentes' esconden oficinas enfermas

No se fíe de los edificios 'inteligentes' porque esconden oficinas enfermas (*)
Juan Manuel Barberá


Lo queramos o no, gran parte de nuestra vida transcurre en espacios cerrados, sobre todo en oficinas y, para nuestra desgracia, incluso los edificios "más inteligentes" tienen graves problemas de contaminación relacionados, sobre todo (60 por ciento de los casos) con unos sistemas de ventilación deficientes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que tres de cada diez edificios modernos tiene un aire escasamente sano, motivo por el que se producen anualmente 75 millones de consultas médicas en Estados Unidos, según un informe elaborado por la revista American Journal of Medicine.

En España, la Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (Atecyr) realizó hace unos años varios estudios reveladores: en Sevilla, uno de cada cuatro edificios públicos tienen sus sistemas y conductos de ventilación infectados por hongos y bacterias, y en Madrid el 80 por ciento de los edificios está enfermo.

Estadísticas



Las estadísticas más benévolas resaltan que el síndrome del edificio enfermo -Sick Building Syndrome, en inglés- causa molestias más o menos importantes a 4 millones de españoles, que pierden como mínimo tres días de trabajo al año por los trastornos orgánicos que les producen las malas condiciones de ventilación, mantenimiento y la falta de medidas higiénicas adecuadas en los puestos de trabajo.


Sus principales síntomas son fatiga y/o decaimiento, picor e irritación de piel, ojos, nariz, garganta, lagrimeo, secreción nasal, dificultad para respirar, opresión en el pecho, dolores de cabeza y de espalda, náuseas, frecuentes resfriados y otras infecciones similares.

La OMS denomina edificio enfermo a cualquier construcción en la que al menos el 20 por ciento de sus ocupantes padezca alguno de los síntomas descritos, algo bastante habitual según la Healthy Building International, una de las compañías más prestigiosas del mundo dedicadas al control y saneamiento de edificios enfermos, quien concluyó, después de haber estudiado más de 400 construcciones, que tan sólo una de cada cuatro estaban debidamente acondicionadas y no presentaba ningún riesgo para la salud.

Pero dependiendo de la profesión que tenga cada uno, incluso es posible llevarse a casa el contaminante impregnado en la ropa de trabajo, piel, pelo, herramientas y/o vehículos, con lo que los familiares también quedarían expuestos a estos deshechos y podrían desarrollar enfermedades.

Otras profesiones

La situación más característica se da cuando la vivienda y el lugar de trabajo coinciden en el mismo edificio -viviendas con usos agrícolas y/o ganaderos, industrias y talleres familiares o consultas médicas, pero no son las únicas. Por eso tampoco hay que bajar la guardia si se trabaja en un laboratorio de análisis clínicos, es agricultor o está empleado en una fábrica de frenos, materiales aislantes, aire acondicionado, o en la construcción, en cuyo caso hay que vigilar el amianto.

También deben protegerse del plomo quienes trabajen en la industria cerámica, del vidrio, de componentes eléctricos, de baterías o con tintes y anilinas, si en la actividad empresarial se manipulan productos de peluquería, barnices o pinturas.

Otro riesgo son los de los plaguicidas si se trabaja en el sector de agricultura o jardinería; el mercurio (mineros, producción de termómetros); los hidrocarburos clorados (industria de aislantes eléctricos, plásticos); los herbicidas y estrógenos (industria farmacéutica y ganaderos); las sustancias alergizantes (ganadería y agricultura), y el arsénico (mineros, tratamiento de madera y fibras minerales).


(*) Tomado de El Economista, edición del 20 de junio de 2008

No hay comentarios: